Carta del candidato Manuel Valls al presidente de la Comisión Europea en defensa de la democracia española

Barcelona 12-2-2019 / El candidato a la alcaldía de Barcelona, Manuel Valls, ha enviado este lunes una carta dirigida al presidente de la Comisión Europa, Jean-Claude Juncker, al presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk, y al presidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, para trasladarles su «preocupación acerca del uso espurio que el nacionalismo y el populismo catalán pretenden hacer» del juicio a los políticos catalanes.

La carta de Manuel Valls desdice el texto de la misiva enviada el 9 de febrero a las instituciones europeas por la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau. El ex primer ministro francés denuncia «la versión sesgada y falsa de la situación política en Cataluña y en España» expresada en la carta.

La alcaldesa, según el candidato a la alcaldía de Barcelona al frente de la plataforma Barcelona Capital Europea, se ha sumado a la campaña de propaganda emprendida por el separatismo para «desacreditar a la democracia española».

Para Manuel Valls, la intención de Ada Colau no es otra que la de «allanar y preparar sus pactos con los secesionistas» para mantenerse en la alcaldía, convirtiendo la ciudad de Barcelona en una «palanca» del anticonstitucionalismo y del antieuropeísmo.

TEXTO DE LA CARTA

Sr. Jean-Claude Juncker
Presidente de la Comisión Europea
Bruselas

Querido Presidente,
El próximo 12 de febrero dará inicio en España el juicio a los líderes del movimiento separatista catalán. Como candidato a la alcaldía de Barcelona, y antiguo primer ministro de Francia, me siento en la obligación de trasladarle mi preocupación acerca del uso que el nacionalismo y el populismo catalán pretenden hacer de este juicio.

Lo hago, además, porque ustedes han recibido una carta de la alcaldesa de Barcelona, la señora Ada Colau, con el propósito de explicarles lo que, en mi opinión, y en la de la mayoría de los catalanes, es una versión sesgada y falsa de la situación política en Catalunya y en España.

Con su acción de dirigir a las máximas autoridades europeas unas cartas basadas en falsedades, la alcaldesa de la segunda ciudad de España se suma a la campaña de propaganda emprendida por el separatismo para desacreditar a la democracia española.

La intención de la señora Ada Colau no es otra que la de allanar y preparar sus pactos con los secesionistas para mantenerse en la alcaldía, pero con su irresponsable acción refuerza las teorías de quienes amenazan el futuro de Catalunya, de España y Europa en su conjunto, y convierte Barcelona, esta gran capital europea, en una palanca del anticonstitucionalismo, y, por lo tanto, del antieuropeísmo.

La mentira ha sido una de las principales herramientas del proceso de nation-building que los catalanes llevan sufriendo durante décadas, pero en la última fase de este proceso, la mentira ha cruzado fronteras para intoxicar a la opinión pública internacional. En estos momentos los principales esfuerzos del separatismo se concentran en una orquestada y financiada campaña de propaganda para desacreditar a la democracia española.

Ante ello, deseo manifestarle:

1. Que los políticos que van a ser juzgados, acusados de vulnerar gravemente el orden constitucional español, están en prisión provisional porque el Tribunal Supremo aprecia riesgo de fuga y de reiteración delictiva. Ninguna de estas dos apreciaciones carece de fundamento, pues otros siete procesados en la misma causa —entre ellos, el ex presidente de la Generalitat Carles Puigdemont— ya se hallan, precisamente, huidos de la justicia, y porque persevera en los presos la actitud de rebeldía, así como la voluntad de extender la desobediencia a la ley a sus seguidores.

2. Que los hechos que se imputan a estos políticos revisten una enorme gravedad. Estas personas han pretendido imponer su voluntad arbitraria, conculcando el ordenamiento jurídico que ha permitido el periodo de paz, convivencia y libertad más dilatado y fructífero en toda la historia de España. Han proclamado de manera ilegal una República catalana en contra de más de la mitad de la población de Cataluña; han fracturado la sociedad catalana; han causado un grave perjuicio económico; han instado actos de acoso a magistrados, políticos, estudiantes, periodistas, catedráticos, comerciantes, hijos de policías en las escuelas; se han apoderado de las instituciones y los espacios públicos con su propaganda, bajo el eslogan totalitario «Las calles serán siempre nuestras»; han promocionado una política de identidad catalanista con actitudes y criterios políticos que se deslizan a veces hacia el racismo, y han hecho peligrosos llamamientos a sus votantes que han derivado en graves problemas de orden público.

3. Que el proyecto secesionista catalán, oligárquico, iliberal, insolidario e identitario, es perfectamente asimilable a las tendencias políticas más nocivas que han fraguado en las últimas décadas en distintos países de Europa. Si bien entre las mentiras del separatismo figura la de enarbolar la bandera de la libertad, lo cierto es que este movimiento catalán se ha caracterizado por todo lo contrario. Sus líderes, disfrazados de pacifistas y dialogantes, apuestan por la imposición de ideas y por planteamientos políticos populistas, y reciben el apoyo y la comprensión de los partidos xenófobos, de personas condenadas por actos terroristas o de la ultraderecha de toda Europa.

4. Que la España de hoy, con el rey Felipe VI y con su Constitución de 1978, nada tiene que ver, a pesar de las infamias vertidas por el nacionalismo, con el viejo régimen dictatorial que desapareció hace ya cuarenta años. España es en la actualidad una de las únicas veinte democracias plenas del planeta y uno de los países con mejor índice democrático de la Unión Europea. Comparte con sus socios europeos los anhelos de progreso económico, paz, libertad, justicia social y cooperación en aras de un mundo mejor, sin romper ni atomizar lo que tanto esfuerzo ha costado construir. Ustedes ya lo saben, y muchas veces lo han proclamado así públicamente en foros internacionales.

5. Que Barcelona y Catalunya son piedras angulares en esta España, una nación que goza de un sistema de autonomías igual o superior al de los países más descentralizados, y que está comprometida con la Europa de la libertad, el respeto y la convivencia, comprometida con la Europa hija de los valores del Renacimiento, de la Ilustración, de las revoluciones liberales, del humanismo, la Europa heredera de Schumann, de Monnet, de De Gasperi, de Adenauer, de De Gaulle, de Mitterrand, de González, de Kohl, de todos aquellos que contribuyeron a la prosperidad y el entendimiento fecundo sabiendo superar los egoísmos para hallar espacios de concordia en el interés común.

Por estas razones he considerado necesario hacerle llegar mi visión sobre lo sucedido en Cataluña, con la que deseo contribuir a arrojar luz sobre la auténtica dimensión del juicio inminente.

Pero antes de acabar esta carta deseo señalar que lo que se juzga a partir de este martes 12 de febrero tiene una trascendencia que supera las fronteras de Cataluña y de España.

Porque lo que tuvo lugar en Catalunya en los meses de septiembre y octubre de 2017 fue un golpe a un Estado democrático liberal de Derecho que es uno de los más leales sostenedores del proyecto de la Unión Europea. Y, por tanto, quienes agredían a España estaban al mismo tiempo, y por ese mismo acto, agrediendo a Europa. Porque quienes se sentarán a partir del martes en el banquillo de los acusados, al atentar contra la Constitución española desde planteamientos iliberales e insolidarios, estaban traicionando los principios de libertad, legalidad y de separación de poderes, que son los principios sobre los que se funda el proyecto europeo.

Nos conocemos desde hace mucho tiempo, y si he decidido escribirle esta carta es porque creo que debe conocer la verdad de lo que ocurre actualmente en España.

Muy atentamente,
Manuel Valls,
Candidato a la alcaldía de Barcelona

Contacto: barcelonaaldia21 (arroba) gmail.com

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